Nada,

No tener nada, desesperante, traumático,
querer tenerlo todo, creer tenerlo todo, mirar al pasado y ver una maraña de errores, mirar al futuro y no ver nada.
Vacío.
Sombras.
Un mar repleto de oscuridad, que te llama, te seduce hacia sus adentros y no te deja escapar.
El presente te ciega, grisáceo, pretende confundirte, convencerte de que vas por el camino correcto,
“sigue adelante”
y siguiendo tropiezas una y otra vez.
Pozo sin fin.

Junto a tu camino se entrecruza otro.

Una persona.
Amiga.
Querida.
Amada.
Una persona que te acompaña, da luz a tu futuro oscuro, ilumina tu vida, le da sentido, te alegra la mirada, seca tus lágrimas, ocupa tus sueños.
Persona a la que quieres a tu lado.
Si desaparece tú también, pues es lo único que tienes.
Persona que te atrae hacia sí, te atrapa, te da el poder de ser feliz, de poder ser feliz siempre a su lado.
Te da la mano.
La aceptas.
Cuando menos te lo esperas dejas de ver su camino.
Ha cambiado su trayectoria, solo sientes su presencia, pero falta el contacto.
Te sientes vacía.
Inútil.
Desgraciada.
Sólo deseas que vuelva.
Notar su aliento.
Sólo una vez más.
Y decides esperar...
En la espera prevalece la oscuridad.
Se te avalancha el futuro oscuro.
Te ciega el presente.

Ya solo te queda llorar.